La supresión de las órdenes religiosas por parte del gobierno de José Bonaparte mediante un decreto de 18 de agosto de 1809, convirtió el patrimonio artístico de los conventos y monasterios en Bienes Nacionales. Las pinturas procedentes de las entidades religiosas suprimidas constituyen el origen del futuro Museo de Pintura, al que se sumarán otras obras procedentes de los palacios reales, El Escorial y casas religiosas de Andalucía.

Como consecuencia del Real Decreto de 20 de diciembre de 1809, que ordena recoger las mejores obras de los conventos e iglesias suprimidos de toda España, se realizan los primeros envíos procedentes de las instituciones religiosas de Madrid: el Convento del Rosario, Doña María de Aragón, San Felipe el Real, San Francisco el Grande, entre otros.

Para realizar estos trabajos se nombrará una comsión de incautación y recogida de obras de arte dirigida por el presbítero Cristóbal Cladera.